Las señoritas de Missalonghi

Las señoritas de Missalonghi - Colleen McCullough En una época indefinida (se presume que después de las dos grandes guerras) se teje la tediosa y monótona vida de Missy Wright, junto con su tía Octavia y su madre Drusilla, en la ruinosa casa de Missalongui, a las afueras de Byron, Australia. Allí los habitantes son todos Hurlingford: los comercios están regentados por Hulingfords, las tierras son poseídas por Hurlingfords, los negocios son acordados entre Hurlingfords, los títulos los llevan los Hurlingfords, los parientes carnales son Hurlingfords y los políticos también son, en su mayoría, Hurlingfords. Se debería pensar que los lazos de sangre avivarían las llamas de la generosidad y el compañerismo. Pero en realidad, el parentesco, en vez de suavizar las diferencias entre los más acomodados y los más humildes, hace que el abismo sea aún más profundo, pues la hipocresía y la manipulación contra los ignorantes y los débiles son la ley de los más poderosos.

Missy Wirght es una solterona de 33 años que ha perdido ya toda esperanza de vivir plenamente. Encorsetada en las rígidas normas del pueblo y las cuatro paredes de una casa que se cae a pedazos, se dedica al mantenimiento de la familia y, simplemente, a existir. Su amiga Una, bibliotecaria, constituye el único solaz y placer de sus días, además de la lectura de aquellas novelas que ésta le recomienda, siempre ocultas a los ojos de su madre y su tía, por no considerarlas “libros instructivos”.

Eso era todo en su existencia vacía. Hasta que un día, en que Missy acude al pueblo para proveerse de víveres, se topa con un llamativo extranjero de bruscos modales. Se llama John Smith. Por lo ridículo del nombre, todo el mundo piensa que realmente es una identidad falsa. Eso, sumado al misterio que le rodea y el inexplicable motivo de su presencia allí, lleva a los habitantes del pueblo de cabeza al chismorreo y los rumores se extienden por toda la ciudad.

Aunque no se podría definir como romántica al uso, el amor es el tema principal. Desde el momento en que Missy cae desfallecida en sus brazos, sabe que John es el hombre de su vida, el que lleva esperando desde hace tiempo. Desde ese momento empieza a ver su existencia bajo una nueva luz. Aunque sabe que no tiene esperanza alguna con el intrépido forastero, suspira en silencio por él y trata de aprovechar cualquier fragmento de información que llegue a sus oídos.

Es entonces cuando Missy, tímida y sin carácter, se rebela contra la sociedad hipócrita y egoísta que domina el pueblo, contra todos aquellos que subyugan a los más débiles hasta sacarles todo el jugo posible. Envalentonada por su amiga Una, gana fuerzas y decisión, determinada a participar de lleno en su vida como figura principal y no simplemente a dejar pasar su existencia lacónicamente cual testigo sordo y mudo. Las ilusiones por su amor platónico le dan alas para tomar sus propias decisiones, enfrentarse a las injusticias y luchar por su independencia. Se va liberando más y más de aquello que antes la retenía, como su deseo de adaptarse a un mundo en el que nunca logró encajar, y comienza a exigir sus propios derechos, como persona y ciudadana... y como mujer.

Es un libro muy cortito, la edición que tengo en mano apenas sobrepasa las 200 páginas y además con letra grande. Se lee rápido y es muy ameno, para pasar un buen rato. Se podría calificar de novela “blanca”, no hay apenas escenas hot y son muy vagas, pero la dulzura de las páginas traspasa el papel, sobre todo a partir de la mitad del libro, cuando los sentimientos y la determinación de nuestra heroína se hacen más fuertes. Hasta se podría decir que es un libro juvenil, por su sencillez y estilo de cuento de hadas. Hay malos malísimos y buenos buenísimos, un poco de magia, una heroína soñadora y, por supuesto, el deseado príncipe azul. A mí me gustó.